Como adelantaba en el anterior artículo de esta serie, la normalización (también llamada estandarización), surge como forma voluntaria de los implicados en un producto o servicio, para establecer otras especificaciones para los productos que permitan, no sólo satisfacer las demandas básicas de consumidores y usuarios, sino facilitar el intercambio de los productos y la cooperación tecnológica intersectorial.
Pero como cabe imaginar, tal grado de cooperación, sobre
todo, si se pretenden normalizar productos a nivel internacional, requiere de
algún tipo de organismo en el que se estructuren grupos temáticos, que permitan
la participación de representantes cualificados sobre cada materia a
normalizar.
Y con este fin, surge en 1947 la Organización Internacional de la Normalización (International Organization for Standardization, ISO), en la que están representados actualmente, los Organismos de Normalización de 163 países.
Cada organismo de normalización (incluido ISO), se
estructura a su vez en los denominados Comités
Técnicos de Normalización, que abarcan una temática
determinada, y la que están representadas las partes interesadas en la materia.
De este modo, se pretende que las normas sean aprobadas por
consenso de las partes interesadas, de modo que la norma, una vez aprobada y
publicada, tenga el mayor grado de aceptación posible. Este extremo es
indispensable para la aplicabilidad de la norma, dado su carácter voluntario.
Así, comenzaron a normalizarse multitud de productos, lo
cual facilitaba su intercambio comercial, el reconocimiento de sus
características por los usuarios y consumidores, el diseño de máquinas para su
fabricación, el establecimiento de métodos de ensayo, la investigación sobre la
materia, etc.
Ejemplo de ello, los reconocidos popularmente como folios
DIN A4, actualmente normalizados por la norma ISO 216, que especifica los
formatos de papel y es usada actualmente en muchos países del mundo.
La norma ISO 216 equivale a la DIN 476, elaborada por el
instituto alemán de normalización (Deutsches Institut für Normung, DIN) en
1922.
Cuando un país acepta una norma internacional como válida,
bien por haber participado en su elaboración, bien por adecuarse a los
intereses de su país, la versión nacional de la norma recoge en su codificación
la denominación nacional.
De este modo, la ISO 216 es España se conoce como UNE-EN-ISO
216, siendo UNE (Una Norma Española) la nomenclatura de las normas publicadas
por nuestro organismo nacional de normalización (Asociación
Española de Normalización, AENOR).
La nomenclatura EN hace referencia a que es también norma europea, y ha sido
por tanto aprobada por el Comité Europeo
de Normalización (CEN).
Actualmente son más de 19.000 las normas ISO publicadas, y
ya no sólo versan sobre productos, sino también sobre servicios, sistemas de
gestión, husos horarios, y multitud de cosas que han requerido ser normalizadas
para facilitar la convivencia y los intercambios en el orden internacional.
Y desde este enfoque normalizado, surgió la normalización
del concepto de “gestión de la calidad”, de la mano de ISO, quien
en el año 1987 propuso a las organizaciones un modelo de sistema para la
gestión de la calidad que se estructuró en una familia de normas, denominada
serie ISO 9000,
cuyo principal exponente es la actual norma ISO 9001, que en sus últimas
ediciones ha focalizado el objetivo en la satisfacción del cliente, y por
tanto, en la perspectiva externa del concepto de calidad.
En el siguiente artículo de esta serie profundizaré en este
modelo de gestión de la calidad, que se ha convertido en el modelo de
referencia a nivel internacional.
Vía| Historia de la
Organización Internacional de la Normalización (ISO)
Imagen| ISO
Más información| Lecciones sobre el
concepto de calidad
Más información| AENOR
Más información| CEN
No hay comentarios:
Publicar un comentario